4.10.2015

El estado de los partidos Rafael Ventura-Melià (LEVANTE-EMV)

Resulta paradójico que a pocas semanas de las elecciones hayan entrado en crisis los partidos, pequeños y grandes. A la vez Toni Cantó, por UPyD y Esperanza Aguirre, por el PP, se muestran «preocupados» o dicen que «no está en un buen momento». Tenemos presente el enfado de Cayo Lara, la anterior semana, en una reunión, no solo por los resultados en Andalucía, que trae de cabeza a Izquierda Unida, sino por la cadena de choques y deserciones en Madrid, rompeolas de España.
Por suerte salió Mariano Rajoy para comentar los datos favorables sobre empleo y paro y dijo que no va a cambiar el rumbo cara a los comicios, en los que, según los sondeos, va a perder fuelle, lo que sería ya por tercera vez?Reclamó unidad. Lo mismo que decía una y otra vez Pedro Sánchez ante las autonómicas andaluzas y después, porque sin cohesión interna, la imagen que se transmite no puede inspirar confianza, que es fundamental(los del Ibex tienen mucha y anda por la estratosfera)
El poder desgasta „va para tres años en el Gobierno, y para 21 en el Ayuntamiento de Valencia, lo que es un record en democracia„ y de repente, a pesar de los afeites, las campañas, reuniones, como la de ayer en Madrid- da la sensación que se ha agotado la fórmula o que no cuela en la sociedad, que se les resiste, no solamente a los partidos mayoritarios, PP y PSOE, insisto, más dramático es lo de Rosa Díez, que puede ver cómo su partido desaparece o como los de IU ven el suyo reducido a mínimos(«si no tenemos grupo parlamentario vamos a desaparecer» dijo Lara).
Mayormente se achaca a la comunicación, a que no se explican como debieran. Hay quien ha señalado que en algún caso no tienen nada que decir, o dicen lo mismo que decían hace cuatro años o casi, y que no han cumplido con ese dichoso programa de mano. Pero de lo que debieran de hablar es de esos problemas irresueltos: el paro, la brecha social, la mayor injusticia, dos millones de parados sin ayudas, la juventud sin las prometidas plazas para formarse o insertarse en el mercado laboral.
Todo se ha flexibilizado, salarios, horarios, contratos, conciencias, pero crece la masa de gente que vive en el umbral de la pobreza y lo que se llama la depauperación creciente, como señalara implacablemente Carlos Marx en el Manifiesto comunista. El capitalismo del siglo XXI daría asco a León XIII, que hizo una encíclica para condenarlo. Los quieren olvidar y no deben de ser modernos ni innovadores.
Así que la campaña empieza por el autoexamen, las tensiones, cuando no las guerras intestinas, las réplicas, o la postergación al día después de las elecciones para tomar decisiones. Casi todo piensan como Escarlata O´Hara en Lo que el viento se llevó: «mañana pensaré». El sistema se asienta en unas pocas verdades, en el beneficio de unos pocos, en la explotación de los más y en el adormecimiento de las conciencias. Sobre eso se tejen fanta