5.10.2015

Extracte de l'article de Cipriano Torres (Qué duro es ser Belén Esteban), sobre la condesa pija i Rus, el contador (LEVANTE-EMV)


La condesa pija. Qué duro es ser Esperanza Aguirre y tener que abrazar a negras señoras inmigrantes un día y al siguiente acostarte con mala conciencia de «pija pata negra» y poner los sentimientos en su sitio colocando a los inmigrantes en el suyo, fuera de los parques y las calles, coño, que afean y asustan al personal, decía la pájara en una alocución de católica mala, de perra ultraconservadora en celo, de vende biblias a legos e ignorantes sin alma con nucas altivas perfumadas de Channel. Qué duro es ser Espe y tener que acudir a lo de Maritere Campos y echarte un chotis en mitad de la pista para divertir al populacho como una chabacana Esteban, el mundo al revés, una condesa arrastrada al lodo de ser una cualquiera para levantar la audiencia, convertida en viagra política para no ser menos que esos jovenzuelos que conectan con otros perroflautas sin tener que compartir plató con la pandilla amojamada de la Campos. Qué duro es ser Aguirre y decir hoy que no acudirá a La Sexta jamás de los jamases por manipuladora y sesgada y mañana, con la campaña electoral al cuello, agachar la estola y acudir a La Sexta Noche a someterse, ELLA, a las preguntas de una periodista avispa, Cristina Pardo, una pamplonica irónica, que no pierde la sonrisa ni deja escapar a su presa con facilidad, que no levanta la voz pero tampoco agacha la cabeza „no voy a hacer las preguntas que le gusten a usted, le decía Cristina a una Aguirre rabiosa, que se tragó los datos que desenmascaran sus mentiras, su cínica amnesia, su falta de escrúpulos, su populismo de mercadillo„. Qué duro es ser Esperanza Aguirre y tener que acudir a vender su moto entre hormigas, a reírle las gracias a Trancas y Barrancas, y empezar tu semana con Pablo Motos sabiendo que en ese río tal vez no haya peces que llevarse a la cesta. Qué duro es saberse la mejor y tener que vérselas con aprendices de chichinabo o con jefes de sección de grandes áreas como Antonio Miguel Carmona, que también bailó con la Campos como socialista en lucha por la alcaldía de Madrid.



Rus, el contador. Qué duro es ser candidato a la alcaldía de Xàtiva y presidente de la diputación de Valencia y tener que agazaparte en un coche para contar dinero como un mafioso, con lo lindo que hubiera sido hacerlo en la barra del bar, joder, con tu puro entre los dientes, altivo y chuleta, con ese desparpajo del que se sabe impune porque así es el microclima político en el que se mueve, qué duro es ser Alfonso Rus y verte rodeado de cámaras cuando vas a ver a tu equipo en vaqueros, descamisado, con tu señora al lado, rubia como los trigos de Pantene, sonriente como princesa feliz en su ignorancia, y tener que soportar la impertinencia de una periodista que te pregunta sin rodeos, «¿usted ha metido la mano en algún momento?» y tú, rápido, al estilo ordinario de Sonia Castedo, también del PP, contestarle, «sí, en el bolsillo». Qué duro es ser Alfonso Rus y tener que tener siempre un «como no votéis a Cañete os doy una paliza», qué duro es tener siempre en la recámara la bala de una salida fallera para enmascarar al fullero que llevas dentro. Qué duro es tener que advertirle al jefe del PP que ojito, que se vaya preparando Alberto Fabra, que hoy no hablará de él y que, como diceJosé Mota, lo hará mañana, o sea, después de las elecciones. Qué duro, en fin, es ser Pablo Iglesias y no poder reírte como se ríen los mortales sino esbozar sonrisas con mensaje, nada de risa gratuita mientras esperas una pregunta que has de solventar en milésimas de segundo, momento en que la incipiente sonrisilla desaparece dejando en el rostro ese peso, esa gravedad, esa amenaza, ese plomo de verte ya dirigiendo un país en llamas, un pueblo necesitado de un salvadorcito que no puede dudar jamás, y Pablo jamás duda, qué canguelo. Quizá no vaya a echarse en brazos de Maritere, pero ha de acudir a La Sexta noche para levantarle el share a Iñaki López, que es joven y seguro que lo tiene siempre dispuesto. Es mucha responsabilidad, es muy duro actuar como presidente in pectore. Es durísimo ser Belén, Esperanza, Antonio, Alfonso, Pablo, tirarte al ruedo de la tele y que el dios catódico reparta suertes, o para salvarte o para condenarte. Qué dura es la vida de estos muñequitos.