11.19.2015

DIVERSOS d'EL PULPITO LAICO)

José Luis Sampedro y la voluntad de ser  Elena Garciìa Quevedo                   
Llovía, era primavera, rodábamos, y cada palabra suya era un dardo para actuar. El objetivo era hablar de la crisis y de los jóvenes: "Mire usted, esto es como la metamorfosis de los insectos. Usted coge un gusano de seda y lo ve moviendo el cuerpo con dificultad, se lía el hilo a la cabeza, se convierte en capullo y luego en una mariposa. ¿Qué ha pasado? Pues que, al mismo tiempo que desaparecía el cuerpo gusano, se estaba construyendo y manejando el sistema mariposa".

A lo largo de las horas, acompañado en todo momento por su esposa, Olga Lucas, José Luis Sampedro, que parecía rejuvenecer al tomar la palabra cuando el destello de su inteligencia llenaba sus ojos, habló del momento que vivimos, en el que todo parece estar en jaque: "Seguir como estamos es imposible".
Pero también hablamos acerca de las opciones personales cuando todo naufraga: "Cuando te ocurre algo que no quieres, por de pronto di no y, si puedes decírselo al que lo hace, di no, y si no puedes, sigue diciendo no." 
"Hazte quien eres: hay que hacerse quien se es, y todos somos distintos. Pero lo que quiera que seas, desarróllalo al máximo. Cada cual debe aspirar a ser lo máximo que pueda ser con sus condiciones. Y de esa manera, devolverá a la vida de todos la vida que ha recibido".
Pasé varias horas a su lado escuchando acerca del derecho a vivir y a crecer, sobre la Tierra de la que somos parte y el futuro de todos. Sobre educación, economía, políticos, gobierno, infancia, sistema. Hablamos incluso de Sócrates, los místicos, la Enciclopedia británica, la posesión del mar y el sentido último de la vida, cuando parece haberse vivido todo. Hasta del Bhagavad Gita que dice que "las batallas hay que darlas independientemente de su resultado".
Hablamos de esa verdad absoluta que no existe, de la verdad personal y del sentido último de su vida: "Yo ya he hecho todo en la vida. Podría morirme en cualquier momento, si no fuera por ella." Puedo decir, y no miento, que no soy la misma persona tras aquella charla en la que comprendí que, a veces, crisis puede ser también parte de la evolución".
 
 
 
                         
 
 

  • ANTONIO GALA
 
Yo tenía los ojos alarmados. Me desentendí del mundo, y me vine de 'La Baltasara' a la Fundación para rodearme de mis jóvenes, cada cual de una parte del mundo... Y las iras y los odios. Anhelo morir en silencio. Aquí estoy, desconfiando hasta de mí. Un Niño nace para morir después. No quiero llamar la atención sino a la buena gente que no esté llorando, sino con esperanza. ¿Depende de nosotros? Sí, de todos. Somos de la misma familia y con malos parientes. Sabemos que nadie tiene la razón completa. Salvo los que entendemos las razones del amor: no sentido de la misma manera, desesperados, pero los mismos de antes de las exigencias mortales y con un odio nuevo... Yo estoy donde debo, con mis chavales en mi Fundación, sólo por la cual estoy vivo.
Si me consintiera olvidar, empezaría con el amor de nuevo, no con la venganza... Todos queremos, en el fondo lo mismo; no los dioses ni la venganza; querríamos mirarnos a los ojos con renovado empeño. Una venganza no lleva más que a otra. Rodeado con mis artistas jóvenes, cerramos las ventanas de la Fundación, trabajamos más que nunca en ella. Con una verde sonrisa. El corazón sigue latiendo. La herencia de los muertos no es la venganza. Por mucho odio que nos rodee. Contra él sólo cambia de una Historia que no es la nuestra ya. Esperemos, pues, otra desde ahora. ¿La venganza es la muerte? Mueran los vengadores.