2.11.2016

La homofobia que no cesa, Antonio Cuevas (Diario Información, 11/02/2016)

La homofobia goza de muy buena salud. Gays, lesbianas, transexuales, bisexuales en España, a lo ancho y a lo largo del país, habitualmente, sufren palizas, insultos, rechazo. En 2005, gobernando Zapatero y gracias a un movimiento social en el que destacaba muy particularmente Pedro Zerolo, el Congreso de los Diputados aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo; España, a la que se llamó la «reserva de Occidente» se convertía en el tercer país en conquistar este derecho, tras Holanda y Bélgica. Se había recorrido un largo camino, Franco aún vivo, se dieron los primeros pasos en defensa de los derechos de las minorías sexuales; el pionero, en Barcelona, Armand de Fluvia. Un acontecimiento, que repercutió en España, señala un antes y un después: en agosto de 1969, en el ghetto newyorkino, se enfrentó a los policías que pretendían cerrar un bar. Al otro día se repartía una octavilla en el Greenwich Village. En la versión en castellano se puede leer «Demostremos para terminar el hostigamiento a la gente homosexual en la calle 42. Doscientos homosexuales fueron arrestados allí en las últimas semanas. Los "cerdos" (policías) están ocupando todos los centros homosexuales de la ciudad».
El Consejo General de la Abogacía de España, registró que en 2014 se denunciaron 513 agresiones. Según la Federación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTBI) más de la mitad de estas personas han sufrido en su vida discriminación y se denuncian solo un 10%. En el hogar, en la escuela, en la calle, la homofobia está presente en todas las actividades humanas.
Es frecuente decir que la sociedad suele estar por delante de la ley, pero en este caso no es así. La derecha política, los obispos, ya no salen a la calle indignados, pero culturalmente el país sigue siendo víctima del machismo. El asesinato de mujeres, el rechazo a las personas con Sida, el racismo, la homofobia, tienen la misma raíz, y se trata de una raíz profunda que está presente desde que se organizó la civilización.
Las agresiones se deben, entre otros factores, a que muchas personas han abandonado los armarios y se atreven a manifestarse, a transitar más allá de las zonas seguras, que en cualquier momentos pueden ser invadidas. Los homófobos se sienten provocados. Estarían dispuestos a tolerar a estas personas si viven su deseo de manera clandestina, con vergüenza. Eso del Orgullo Gay les resulta insoportable.
El Orgullo LGBTI, como una mancha de aceite, se ha ido extendiendo imparable en todos los continentes, conquistando con mucho esfuerzo libertades tanto tiempo ignoradas, perseguidas. La creciente libertad sexual, la del deseo, resquebrajó un tabú todo poderoso. El secuestro de la sexualidad, la administración de la misma, son las fuentes principales de la opresión.
Es conveniente recordar la persecución que el colectivo LGTBI sigue sufriendo en muchos países hasta la muerte o la cárcel y que en España se siguen produciendo agresiones que desgraciadamente están a la orden del día. Los colectivos y las persona que luchamos por la igualdad reafirmamos nuestro compromiso con la diversidad sexual y de género.